Introducción
"La disponibilidad de más datos y con mayor rapidez que antes sobre los servicios de salud, ¿significa estar más informado, garantiza tomar decisiones más fundamentadas y contribuye a mejorar la gestión de los servicios y los resultados en salud? En primera instancia, mi respuesta es «no necesariamente».
El objetivo de este artículo, que se circunscribe a la informatización de los sistemas de información de los servicios de salud, es triple. En primer lugar, plasmar por escrito los razonamientos exclusivamente personales con que intento fundamentar esa respuesta. En segundo lugar, aportar reflexiones genéricas (no centradas en ningún caso concreto) sobre la informatización que se está llevando a cabo en servicios de salud de España. Y en tercer lugar, intentar con ello estimular un debate razonado sobre un tema que consume muchos recursos públicos.
Parto de la premisa de que la informática es necesaria, pero no suficiente, para mejorar los sistemas de información de los centros sanitarios. No puede bastar, porque sólo es uno de los medios —no un fin— que se deben emplear para alcanzar éste y otros objetivos fijados por planes estratégicos y de gestión sólidos de los servicios de salud. Informatizar los servicios no es un objetivo finalista; se informatiza con algún propósito ulterior. De lo contrario, los cambios que se logran con la informatización sólo inciden en ámbitos aislados de la atención, no se integran, son superficiales porque no mejoran el contenido ni la estructura de los sistemas de información (sólo engalanan su formato), varían con frecuencia de orientación, conducen a malgastar recursos y no pueden contribuir, por consiguiente, a consolidar los resultados que de ella cabría esperar."
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Los sistemas de información
"En algunos servicios de salud se trabaja con planes denominados «estratégicos de sistemas de información». "
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"Los resultados de la implantación de distintos sistemas informáticos no son satisfactorios porque, transcurrido bastante tiempo desde su inicio, se desconoce la fiabilidad real de los datos, los profesionales manifiestan su descontento con el sistema (de hecho, muchos afirman que les resulta un engorro en lugar de facilitarles la labor), se porfía en seguir introduciendo «parches» en los programas informáticos como medida para solventar un problema en ocasiones irresoluble con la informática, y aún no se han resuelto los problemas esenciales de la estructura de las bases de datos, la ordenación de las prestaciones, la homogenización de los distintos sistemas de información y las formas de gestionar datos e información. No es raro que a la postre, en algunos lugares, se disponga de menos información fiable que antes."
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Papeles y actitudes de los equipos directivos
"Un problema estudiado, por ejemplo, en el ámbito de la radiología digital es que, a veces, quienes toman la última decisión con frecuencia carecen de conocimiento suficiente de los aparatos y de las formas de desplegar la digitalización . Por ello se ven obligados a «confiar» en los proveedores en alguna medida, a pesar del asesoramiento que reciban de los especialistas de sus centros sanitarios. El riesgo de que los equipos directivos tomen decisiones poco informadas sobre la informatización no es desdeñable, máxime porque el desarrollo de hardware y software es vertiginoso y complejo, como ocurre con los sistemas de almacenamiento, procesamiento y distribución de imágenes digitales o con los estándares para definir los protocolos de conectividad y comunicación (DICOM, HL7, etc.).
Al decidir informatizar, los directivos pueden verse obligados a sortear, además, el obstáculo que supone el descreimiento del personal sanitario sobre la verosimilitud y los resultados esperados de la informatización. Algunos profesionales han caído en esa desconfianza por el fracaso de informatizaciones previas, porque la perciben como un proceso ajeno, impuesto, alejado de sus condiciones de trabajo o de sus necesidades de información, o porque entorpece su quehacer profesional. Esto no se produce con poca asiduidad y se ve agravado cuando se aprecia que algunas decisiones de incorporación de tecnologías de la información no responden a necesidades específicas de un centro o un servicio asistencial, sino, como también ocurre con otras tecnologías , a un mimetismo compulsivo: «¡otros lo tienen, pues yo también!».
Además, en los equipos directivos a veces se aprecia una reticencia a la crítica sobre los problemas que causa la informatización, en especial cuando los resultados se postergan o son peores que los esperados. Las críticas que reciben pueden rechazarlas por inoportunas, sospechosas o porque crean que ponen en entredicho la valía de su trabajo. En ciertos casos se descarta, a despecho de sugerencias, la necesidad de que directivos e informáticos trabajen codo con codo con los clínicos y administrativos."
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" Por último, debe abordarse brevemente un tema al que a veces los directivos no prestan suficiente atención. Sobre los que elaboran los pliegos de condiciones técnicas de los proyectos de informatización recae la obligación de tener en cuenta todo lo mencionado y de no dejar de lado las opiniones de técnicos, clínicos y gestores que sean sujeto y objeto de la informatización. La premura con que a veces se preparan los pliegos es vitriólica para los proyectos. Es posible que no se dé cabida a un sistema de revisión por verdaderos expertos, internos o externos a las mesas de contratación, de las propuestas técnicas de las empresas potencialmente adjudicatarias de la informatización. La legislación vigente contempla la posibilidad de solicitar informes técnicos a expertos externos, que sean capaces de analizar en profundidad las propuestas de las empresas. A veces no se entienden ciertas adjudicaciones o, transcurrido cierto tiempo, la labor de la empresa contratada es decepcionante. Ciertos fracasos podrían evitarse si al elaborar dichos pliegos y revisar las propuestas los directivos recabaran la opinión de expertos."
Los informáticos de los servicios de salud
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" No es responsabilidad del informático que la introducción de datos en los sistemas de información sea adecuada, ni velar por el control de calidad del contenido de las bases de datos que los sustentan. Tampoco le corresponde decidir qué se debe hacer con esos datos, cómo se convierten en información, qué información ha de integrar un cuadro de mandos, ni escoger la que en un período determinado se necesita para controlar o evaluar determinada actividad asistencial. Esto es tarea de clínicos, técnicos y gestores. Asimismo, los informáticos apenas conocen la realidad, los circuitos ni las necesidades asistenciales."
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Las empresas informáticas y sus proyectos
"Tampoco es raro que algunos de los programas informáticos que se instalan sean prematuros, que sólo estén parcialmente desarrollados. Diversos programas informáticos no se han finalizado, pilotado y validado en la práctica antes de ser comercializados. Muchos de los que se compran sólo están pergeñados, se instalan sobre la marcha de la actividad asistencial diaria y, a medida que surgen problemas, se intentan subsanar con «apaños» informáticos, a pesar del incordio que ello causa a los profesionales. En buena lógica, las causas de ese engorro deberían haber sido elementos integrantes de las etapas iniciales del diseño y desarrollo del software. No es absurdo, entonces, que muchos se pregunten qué ocurriría si los bancos instalaran programas informáticos tan prematuros en sus cajeros automáticos o si fuesen así los que rigen el funcionamiento de las tarjetas de crédito o del radar de un avión.
Esta prematuridad puede tener una explicación dual. Por un lado, dichas empresas funcionan bajo presión comercial. Para sobrevivir y aumentar sus márgenes de beneficio —ambos propósitos lícitos— han de vender software y hardware. La prematuridad de sus productos puede ser una de las consecuencias de esa presión. Por otro, la presión política y la premura de los responsables de los centros sanitarios para obtener resultados palpables de la informatización pueden trocar sus buenas intenciones y expectativas en precipitación. Es muy probable que esto desemboque en la aceptación e implantación real de programas incompletos, con errores de funcionamiento y poco fiables."
Fuente: Artículo de Carlos Campillo Artero.Subdirección de Evaluación Asistencial, Servicio de Salud de las Illes Balears en Gac Sanit 2008; 22: 371 - 377
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